lunes, 13 de octubre de 2008

Choco Hombre en el 14

De lunes a sábado Don Carlos está en la escalera de salida del metro Bellavista La Florida, vendiendo Shane Nuss a cien pesos. Los domingos no trabaja porque según dice la Biblia, los domingos son para descansar.

Llega a las diez de la mañana y se queda hasta las nueve. Durante toda el día sólo como un pan con jamón y una Coca-Cola de tres litros que sagradamente compra todos los días. No puede dejar de tomarla, sabe que es dañina para su salud debido a la cantidad de cafeína que contiene, la diabetes, y a los kilos demás que se expone; de todas maneras, para él es como un vicio, imposible dejar de tomar.

Don Carlos ya conoce los rostros habituales del lugar ‘’hacen siempre el mismo recorrido’’ dice. El saluda y éstos a su vez le compran. Quizás, ésta es una de sus tácticas para vender más.

Dice también conocer a quienes machetean y roban en el sector para conseguir pasta base, la cual se quema a pleno día en la otra salida del metro. Le apena ver cómo, en su mayoría jóvenes, caen en el vicio, una enfermedad que según dice, puede hasta matarte.
Sus palabras son tan seguras, que es como si lo dijera por experiencia propia, ¿quién sabe más de la pasta sino está o estuvo en ella? Aún así, él no lo dice.

Carlos Peña está casado hace veinticinco años, tiene dos hijos y un nieto que adora hace dos años. Vendiendo chocolates gana quinientos pesos por caja y vende unas veinte por día; aproximadamente unos cuatrocientos chocolates diarios. Así es como le hace la guerra a la cesantía, su esposa no trabaja y él es el sustento del hogar.

Hace un tiempo, trabajaba en la construcción, pero debido a un reajuste de personal, la constructora decidió despedirlo. El reajuste se debe a que en los últimos años la comuna de La Florida ha tenido una intensa oferta de nuevas edificaciones, pero la demanda no ha sido la esperada.

Don Carlos es honesto. La gente le compra y él le pide contar el vuelto, puede haberse equivocado y dejar pasar alguna moneda quizás.
Don Carlos se aburre de pasar tantas horas sentado en el mismo lugar, por eso es que prefiere caminar que tomar el metro para llegar a su casa.

La Coca-Cola le quita el hambre, así evita comerse los tentadores chocolates que tiene a su lado. De todas maneras, todos los días su esposa lo espera en con el plato de la comida que se perdió al almuerzo. Sabe que se alimenta mal y que su sistema está desordenado, pero la bebida no la deja ni por nada.

No le gusta la política, dice que es cochina. Para él, los políticos son todos iguales, sólo un negocio. Igual así, no habla sobre el tema, lo pone de mal humor y por lo mismo prefiere evitarlo.

Carlos cree en Dios, dice ser católico a su manera, porque no va a misa como se debiera, pero de todas maneras cree en alguien que lo guía, protege y no lo abandona, sino, dice que ya estaría muerto.
Igual así, lee la Biblia y trata de seguirla en lo que puede, como por ejemplo no trabajar los domingos. Sus padres y abuelos lo hacían, y él, casi por costumbre, así lo ha hecho siempre también.

Don Carlos ya se conoce el paradero 14 al revés y al derecho. Sabe lo peligroso que es de noche y a lo que se expone caminando solo hacia su casa. Sin embargo, Carlos camina tranquilo y sin miedo por la calle.

En dos ocasiones ha visto cómo los macheteros del lugar le roban a gente mayor, que viene saliendo del metro. En una oportunidad se metió en el forcejeo de la cartera de una señora, y le resultó. Don Carlos fue el súper héroe en ésa ocasión, pero sabe el peligro que corrió. En esa ocasión fue amenazado con una cuchilla y a punto a ser apuñalado. Por suerte, don Carlos tiene el don de la palabra, eso lo ayudó para que el ladrón soltara la cartera y la cuchilla.

Es feliz, y lo dice con seguridad. No lo importa el dinero, para él es algo pasajero, que se tiene en las manos y así mismo como llega también se va. Para él lo más importante es la familia y la educación, ya que con ésta puedes tenerlo todo.

Don Carlos tiene unos inmensos ojos pardos que reflejan su estado cansado y lo sincero de sus palabras. Su piel es morena con algunas arrugas que comienzas a asomarse. Mientras habla, gesticula mucho con las manos y mueve la cabeza siempre para asentar en algo.

Aunque de lejos parece serio y tímido, no lo es. Le gusta la conversación, de un tema pasa al otro y basta decirle una sola palabra para que no pare más. Muchas veces se ha quedado conversando con quienes le compran chocolates, una manera de entretenerse en la espera de que lleguen las nueve de la noche.

Se define como un hombre honesto, sencillo y tranquilo. Un hombre moderno que deja atrás el antiguo pensamiento machista y de vez en cuando atiende a su esposa, le lleva el desayuno a la cama, le pone el guatero en los pies cuando hace frío, y a veces, cuando la plata alcanza, la sorprende con flores.

Así mismo dice que ha enseñado a sus hijos, porque la mujer es quién da la vida y por lo mismo hay que cuidarla. Para él, la mujer es vida.

Sea con quién sea, Don Carlos se comporta respetuoso y amable con las personas, más aún si han sabido regalarle un poco de tiempo para escucharlo.