martes, 14 de octubre de 2008

¿Qué son los pokemones?

Una tribu urbana que en el último tiempo se ha convertido en una de las ‘’populares’’ entre los jóvenes. Rescatan características de otros estilos pero no persiguen ideales. Para ellos, el ponceo y la ropa es lo más cercano a una ideología.

La mayoría de los pokemones son adolescentes de entre los 13 y 20 años que siguen éste estilo como una forma de marcar presencia.

Desde a mediados del siglo XX, los jóvenes han ido en busca de sus identidad por medio de grupos que los identifican. Esto ya sea por música, ropa, religión, etc. Entre otras tribus podemos mencionar por ejemplo los otakus, que visten de negro con rojo y siguen la cultura japonesa. Los hippies que nacieron en una época de guerras entre países, por lo que sus ideales surgieron por la paz.

El estilo pokemón en cambio, nace tomando elementos del hardcore en un sentido estético, sumando a éste la música reggeatonera como himno nacional de la tribu. Ésta surge a comienzos del 2006, año en el que se convirtió en moda. No existen ideales detrás de éste movimiento, sino sólo una fusión de diferentes estilos.

Tanta expectación han causado los pokemones que se han creado programas televisivos en base a ellos. Un ejemplo de esto es el ‘’Diario de Eva’’, lugar donde de lunes a viernes aparece un pokemón diferente contando sus penas amorosas acerca de su polola de turno. O también como el programa ‘’Yingo’’ donde se pueden ver exponentes del movimiento, conocidos no sólo por salir en el programa, sino porque también participan animando fiestas para éstos mismos (Arenita, Kanezza, Hardcorito, Karol Dance)

Las mujeres pokemonas se destacan por usar poleras de puntos o rayas, pantalones pitillos, faldas muy cortas, zapatillas con caña, ojos delineados, pelo liso y muy despeinadas. En el caso de los hombres, los pantalones son anchos y bien abajo, mostrando los calzoncillos, pelo liso, con choco y patillas largas y lisas. Además, ambos llevan gran cantidad de piercings, pelos teñidos coloridamente, peinados parados y engelados y también, en algunos casos, de maquillaje, ya que muchos de éstos son homosexuales.

Ésta tribu no deja de lado el carrete, incluso lo hacen de día, así dura más y sus papás no les hacen problema para salir. Asisten a lugares como Luxor y Entreka, donde bailan al ritmo del reggeaton toda la tarde y de donde sacan también las pulseras fosforescentes que regalan en éstas; el que más tiene se gana el título del más carretero, top y ponceo, o sea, el más besador de la fiesta.

Usualmente se juntan en el Paradero 14 de la Florida, donde hay todo un mundo para ellos, tiendas de ropa, de accesorios y de piercings. Hace un tiempo, se reunían también en los alrededores de Costanera pero fueron expulsados por la Municipalidad de Providencia que prohibió que se juntaran en ése lugar por el motivo de que éstos iban a consumir bebidas alcohólicas a plena luz del día.

Los pokemones tienen su propio vocabulario, incluso un diccionario virtual en que todos pueden participar agregando palabras nuevas. Éste ya se ha masificado entre la mayoría de los jóvenes: poncear, que se refiere a besar a muchas personas en la misma fiesta, calmación para tranquilizar a alguien y altokemón, para decir altiro.

Socialmente, en su mayoría los pokemones provienen de un estrato social medio bajo. Ésta es la razón por la cual programas de reporteo televisivo se han inmiscuido en ésta tribu. Para entender y conocerlos, muchas veces se han hecho reportajes de contraste con otros movimientos como las pelolais que son básicamente parte de la clase abc1 o también con los britpop que se basan en una cultura británica.

El fotolog forma parte de la esencia pokemona. Es el sitio web donde exponen abiertamente su vida hacia a todos sin pudor alguno. Muestran su intimidad muchas veces con fotos en ropa interior o en poses sugerentes. Parte de esto también son los fotologs gold, en los cuales se pueden subir más de dos fotos al día y con capacidad de 200 comentarios cada una. Éstos sirven para hacer publicidad a fiestas pokemonas.

Aún así, ésta tribu tiene algo en común con las otras, son consumistas de igual manera. Todos éstos grupos necesitan de ropa, accesorios y lugares que frecuentar para identificarse dentro de su mismo mundo.

Sus padres están presentes y forman parte de la sociabilización de éstos jóvenes. Les compran la ropa, les ayudan a peinarse, los llevan a los programas; una forma de lograr ‘’éxito’’ y expresión en los medios, algo que ellos, en sus tiempos no pudieron vivir debido a las condiciones sociales de generaciones anteriores.

Sin duda alguna los pokemones son una tribu urbana llamativa que ha dado que hablar en el último tiempo, y que ha sabido manejar su popularidad en los medios, incrementando su espacio en éstos mismos.

Por la misma razón, espero señor lector que esto lo ayude a abrir su mente ya que el mundo está pasando rápidamente por diversos cambios culturales y sociales.
Con cierta frecuencia han ido apareciendo nuevas tribus urbanas, que si bien vemos en las calles a jóvenes vestidos de peculiar manera, no consideramos si pertenecen o no a aluna tribu urbana.
Por lo mismo, si ve a un muchacho con el pelo morado y peinado hacia el lado, no se espante, es un pokemón. Quién sabe si ésta tribu toca su puerta o lo viste como a uno de ellos. Desde ahora señor lector comprométase a abrir su mente.

La parada de la bola ocho


En Vicuña Mackenna con Vespucio está Bola Ocho. Un malabarista uruguayo que se instaló hace tres años en Chile porque su novia, una chilena, quedó embarazada.

Tiene un aspecto cansado, quizás de tanto subirse al monociclo en cada luz roja o porque el sol está pegando más que fuerte o también puede ser porque no está acostumbrado a trabajar a las dos de la tarde. Se ríe harto y al hacerlo, sus ojos se achinan. Así disimula cuando se le caen las clavas en su presentación del semáforo.

Bocho está monocicleando a las dos de la tarde porque en su casa no lo dejan tocar batería. Sus vecinas le van a tocar la puerta para que deje de ‘’tocar tarrería’’. Así, aprovecha de ganarse un dinero extra.

Cuando se trata de trabajo, el Bocho mueve cielo, mar y tierra. Muchas veces, trabaja en Pub Licity, como malabrista en un show artístico que se hace en el lugar, otras, participa en compañías de teatro que ofrecen espectáculos en Valparaíso. No deja el monociclo, ni la intersección Vespucio con Vicuña.

Le gusta Chile, pero no deja su tierra natal, Uruguay. Las ciudades de allá le parecen más lindas. Fue en su país donde estudió Ingeniería de Ejecución Electrónica, sacó su título y se vino a Chile, persiguiendo a su novia.

A ella la conoció en Brasil, mientras ambos estaban de viaje. Coquetearon desde el primer momento y así nació su relación. Ahora Bocho está acá por ella y por su hijo de cuatro años. Viven los tres en un departamento en La Florida, y él trabaja para pagar el arriendo.

En el semáforo puede ganar hasta quince mil pesos diarios, pero no le dice a la gente porque sabe que no le conviene. Sumando esto con lo que gana en trabajos extras como electricista en su barrio y en cuestiones artísticas, el dinero no se le hace difícil.

Mientras tira las clavas al cielo, observa si los conductores le prestan o no atención. Cuando se ponen tacaños miran para otro lado, sacan el celular, leen el diario o se meten el dedo a la oreja. Bocho ya conoce esas actitudes.

En las tardes, cuando no está en el semáforo, pasa la tarde con su hijo tocando batería porque a éste le gustan más los tarros que las pelotas de malabarismo que le regaló. ‘’Hace poco le regalé unas pelotas pero ahí las tiene, no está ni ahí’’

Bocho se mueve constantemente de lugar, viaja mucho y aprovecha también de ir seguido a visitar a su familia, la que le brinda un apoyo incondicional en sus decisiones y por lo mismo extraña tanto.
‘’Con tal de que yo haga lo que quiera, ellos están felices’’ Por lo mismo dejó a un lado su faceta ingeniera para dedicarse al arte callejero.

Bola Ocho le dicen en su familia desde chico, porque era gordito y negrito. Ahora, lo adoptó como su nombre artístico. Es su sello personal, por eso lo tiene en una expansión en la oreja derecha y en su monociclo. Aún así bola ocho resulta muy largo. La mayoría opta por Bocho.



Ponceador en cuasi ponceo


Acordé una cita con un ‘’amigo’’ pokemón que no veía hace tiempo. Cuando lo ví, me pareció que ya no era tan pokemón como antes; ya no usa patillas, ni se viste con los pantalones tan abajo. Según me dijo: la onda ya estaba muy trillada y se aburrió. Aún así, Manuel sigue animando fiestas pokemonas.
Manuel tiene muchas admiradoras del poke-mundo, y por lo mismo, su prontuario amoroso es totalmente largo y totalmente pokemón.

Nos juntamos temprano, en el metro Bellavista La Florida a las 13 hrs, porque él quería encontrarse con un amigo que siempre estaba por ahí a esa hora. Al rato lo encontramos, y me presentó entonces al Coookeee_to, su amigo pokemón ultra conocido en ésta tribu que por lo mismo estaba rodeado de chicas que lo miraban con deseosas caras de ponceo.

Me saludó y me miró con la misma cara que ellas a él, así que me sentí casi como una de ellas totalmente integrada. En unos minutos, Manuel se despidió de él, y nos fuimos a tomar un helado cerca del metro.

Galantemente, el Manu me invitó el helado más grande y caro del McDonal’s y nos sentamos a tomarlo en una mesa para conversar todo el rato de carretes. Me contaba cómo se le tiraban las minas cuando aparecía en los escenarios de Luxor, una discoteque que hace eventos para pokemones y funciona de día. Un poco egocéntrico de su parte, pensé.

Después empezó el tema de los fotologs y de lo bacán que era para él subir tres fotos al día y que llegaran a los 200 comentarios cada una. Y uno, que con suerte sube una foto a la semana y apenas alcanza los seis post.

Me dijo que podríamos ir a Luxor, ese mismo día. No tenía que trabajar y así podría estar conmigo, así que acepté. Llegamos allá y el lugar estaba repleto. Todos saludaban al Manu yo me sentía como la acompañante más top de todas.


La mayoría de las niñas eran teñidas rubias y con lentes de contacto verdes o azules, tenían los ojos muy bien delineados y todas usaban un pronunciado escote.
Agradecí haberme vestido como una de ellas, de lo contrario hubiera sido el bicho raro del lugar, y eso, en el poke-mundo es lo más out del mundo, algo así como chancho en misa.

Mientras bailábamos, el Manu dijo que me quería enseñar a poncear. Y yo, entre sí y que no, evitaba responderle, mientras que a nuestro alrededor llovían los besos y los bailes reggetoneros subidos de tono. Así se nos pasó toda la tarde, bailando y sudando al compás de Wisin y Yandel, el dúo reggetonero que arrasa con sus hits.

Ya era tarde, Luxor quedaba vacía y había que irse. Con el Manu nos fuimos a comer unos completos cerca de la disco, para recuperar la energía que perdimos entre tantos movimientos pélvicos. Mientras comíamos, yo meditaba que quizás el Manu ya no parecía un pokemón, pero después de tanta popularidad, tanto reggeton y ponceo, sí que lo era. Partimos al metro y calabaza calabaza, cada uno para su casa.