jueves, 11 de diciembre de 2008

El Mall del Pueblo

"¿Qué busca casera? Lleve de todo, todo barato” Así reciben a quienes pasan vitriniando por las ferias del Paradero 14 de La Florida.
Y es que con tanto maniquí y cajas donde exponen los productos, las ferias ocupan casi la mitad de las veredas de Vicuña Mackenna Poniente.

A unas dos cuadras del Mall Plaza Vespucio se ven algunas vasijas para comida, lentes, linternas, calcetines y hasta ropa de última moda. Bajos precios y objetos creativos son la clave en las ventas de las ferias del Paradero 14.


Estas ferias comerciales están autorizadas por la Municipalidad de la Comuna. Pagan permiso y así cada feriante asegura su lugar. Una de las ferias, está todo el año. Las otras, sólo se ubican en época de fiestas y pagan muchas lucas más por el permiso. No así la emblemática de Vicuña Mackenna, que está desde el año 2000 y en dónde más variedad se ofrece.

Los Carabineros rondan el lugar vigilando que todo esté bajo control. Que la gente sólo compre en los puestos establecidos y controlan que “no se asome ningún malandrín a desordenar el gallinero”.
Entre tanto paseo, Carabineros ya conoce los rostros comunes del lugar.

Don Pancho, uno de los vendedores, dice ya conocer las intenciones de Carabineros. Según cuenta, llegan al puesto de venta, miran un poco y después piden verlo con más detalle. Se hacen los difíciles con la compra pero finalmente deciden llevárselo. Para este vendedor todo es una farsa. Dice que ellos siempre quieren que les regalen las cosas, y por lo mismo se limita sólo a saludarlos de vez en cuando. “Abusan del uniforme” dice convencido. Don Pancho es uno de los “vendedores top” del lugar. No porque sus ventas y ganancias sean considerables, sino porque desde que comenzó la feria trabaja allí y además, con sus ochenta y cinco años, es el de mayor edad entre todos.
De todas maneras, el mismo admite haber regalado un par de calcetines en una ocasión para ahorrarse así las malas caras y ratos después en su local. Está conciente del poder y la autoridad que mantienen éstos en el lugar.


Los vendedores de la feria se conocen entre sí, mas que mal pasan todo el día juntos, desde la nueve de la mañana hasta generalmente las ocho en horario de verano. En algunos puestos los productos se repiten, pero no se da un ambiente de competencia. Algunos tienen las mismas chalas, las mismas poleras, pero los precios no cambian.

Quienes más frecuentan la feria son las personas que viven cerca. Las señoras que salen temprano en la mañana a comprar el pan, a pagar las cuentas o a comprar la ensalada del almuerzo. Pasan por los lugares y vitrinean hasta que la compulsividad no puede más. “Compran hasta por si acaso” dice Don Pancho.

Los precios son más que económicos. En su mayoría la ropa es la misma que se encuentra en Patronato, incluso a unos pesos menos. Es por eso que en la tarde los locales de ropa están llenos. Es la hora de la once y es cuando las niñas salen del colegio.

Don Pancho dice que las tres de la tarde no es una buena hora, pero a las seis si. Hay vendedores que cada vez que pasa alguien presionan hasta conseguir una venta, pero Don Pancho no es así. El dice vender “cuando el Señor lo quiera así”. No le preocupan las grandes ganancias, se conforma con que le alcance para vivir.

El Mall Plaza Vespucio está cerca, pero no parece ser competencia para los feriantes. Los productos muchas veces son los mismos, pero a precios más elevados. Eso sí, las chalas y hawaianas son de dudosa calidad, “made in China, Korea y Japón”, pero eso no importa a los compradores. Con tal de que duren la cada vez más cercana temporada de verano y por tan sólo a un par de lucas, se las llevan igual.

Lo que sí atrae a los clientes a comprar en el mall es la facilidad de pago, algo que sólo las grandes casas comerciales pueden ofrecer. No así los locales de las ferias, que ni siquiera se arriesgan a fiar. “Acá se paga en efectivo y si no, no nomás”
Para los feriantes no es seguro hacer un librito de deudas donde anotar y menos eso de andar llamando por teléfono para cobrar. Son desconfiados, saben que pueden darles un teléfono falso y no volver a verlos jamás rondando el lugar.
Por la misma razón los precios son bajos y accesibles. Así los clientes pueden pagar en efectivo en el mismo momento en que se efectúa la compra.

En las ferias que están sólo en época navideña se encuentran mucha más variedad de cosas; cremas caseras, perfumes y hasta artesanía en madera. Pero los precios son totalmente la gran diferencia con las ferias fijas, mucho más elevados que en estas últimas. Y es que el permiso que le pagan a la municipalidad es de cuatrocientos mil pesos, por lo que las ventas no pueden ser muy económicas.


Las ferias fijas pagan un poco menos de la mitad que las otras fijas. Es una feria más del pueblo. Al lado del mall, con bajos precios y todo el año. Todo lo que la dueña de casa podría soñar, eso sí, sin opción a facilidad de pago.

Pero los vecinos del lugar son fieles, y prefieren gastarse el vuelto de las compras del almuerzo para comprar unas hawaianas a mil quinientos pesos, que ir a encalillarse a Falabella por siete lucas, sin mencionar el interés que le cobran por usar crédito.

Don Pancho dice que las ventas en Diciembre se disparan, y que después el diecisiete no descansa ni un minuto. Es en ese tiempo cuando llegan todos apurados a comprar los regalos que faltan para navidad. El día veinticuatro de Diciembre Don Pancho está hasta mediodía porque según cuenta la locura es terrible, todos corren y piden rebajas en los productos, pero el no cae en el juego porque sabe que puede venderlo al precio normal. Otros de sus colegas feriantes se quedan hasta las seis de la tarde, venden todo los productos pero muchos a mitad de precio, para así no ir a la feria hasta pasado el veintiséis de diciembre.

“Variedad de productos a bajos precios”. Suena como propaganda de farmacia, pero es el lema de la feria principal del Paradero 14 de La Florida. “El mall del pueblo” que en ocasiones hace colapsar las veredas de gente, pero que siempre salva a los vecinos cuando algo les falta en casa.

jueves, 16 de octubre de 2008

El otro yo de La Florida


La seguridad del paradero 14 de la comuna se ha deteriorado brutalmente. Antes, el sector era agradable y seguro de transitar, pero con la creación del metro, el mall y las grandes avenidas, la seguridad ha decaído.

Cabe mencionar también, que el lugar es el centro de reunión de algunas tribus urbanas, como los punkies que a plena luz del día se pasean como si nada rompiendo botellas de vidrio y robando a los transeúntes sin ningún pudor.

Los robos son tan comunes en éste sector, que la gente ya no se pasea con bolsos grandes, apenas con un banano muy bien amarrado en la cintura.

Aún así, hace un año, hace un tiempo yo misma fui víctima de un robo. Me paseaba por una la calle El Cabildo sin nada en las manos, pero sí con un celular en el bolsillo del polerón. Se me acercó un niño, me empujó, dijo que era súper bonita, y se fue. Al rato, me percaté de que el celular ya no estaba en mi bolsillo. Fue ahí cuando me di cuenta de que el ladrón había pasado con dos niños más, uno a cada lado mío. Pero claro, mientras yo estaba pendiente de cómo e niño me empujaba, los otros me robaron.

Con relación a los punkies, éstos han sido los autores de muchos destrozos del sector, como por ejemplo los paraderos del lugar que están muy dañados.

Con el paso de los años, La florida se ha ido convirtiendo en una de las principales comunas de la ciudad de Santiago, destacando su gran cantidad de población y el desarrollo urbano que ésta ha tenido.

Sin embargo, los puntos positivos de lo mencionado anteriormente, se ha visto opacado por la delincuencia que ha aumentado considerablemente en el lugar.

La Florida ha pasado de ser la comuna tranquila y segura, a una de las más pobladas y controvertidas de la ciudad.

Cabe destacar que la zona más conflictiva del sector es el Paradero 14, en donde también está ubicada la Municipalidad de La Florida.

Según datos que entregó la Municipalidad, se han tomado medidas para prevenir éstos, se han contrado guardias para que vigilen y velen por la seguridad del lugar, al igual que los móviles que se pasean durante el día por el sector. Sin embargo, éstas medidas no han sido suficientes.

martes, 14 de octubre de 2008

¿Qué son los pokemones?

Una tribu urbana que en el último tiempo se ha convertido en una de las ‘’populares’’ entre los jóvenes. Rescatan características de otros estilos pero no persiguen ideales. Para ellos, el ponceo y la ropa es lo más cercano a una ideología.

La mayoría de los pokemones son adolescentes de entre los 13 y 20 años que siguen éste estilo como una forma de marcar presencia.

Desde a mediados del siglo XX, los jóvenes han ido en busca de sus identidad por medio de grupos que los identifican. Esto ya sea por música, ropa, religión, etc. Entre otras tribus podemos mencionar por ejemplo los otakus, que visten de negro con rojo y siguen la cultura japonesa. Los hippies que nacieron en una época de guerras entre países, por lo que sus ideales surgieron por la paz.

El estilo pokemón en cambio, nace tomando elementos del hardcore en un sentido estético, sumando a éste la música reggeatonera como himno nacional de la tribu. Ésta surge a comienzos del 2006, año en el que se convirtió en moda. No existen ideales detrás de éste movimiento, sino sólo una fusión de diferentes estilos.

Tanta expectación han causado los pokemones que se han creado programas televisivos en base a ellos. Un ejemplo de esto es el ‘’Diario de Eva’’, lugar donde de lunes a viernes aparece un pokemón diferente contando sus penas amorosas acerca de su polola de turno. O también como el programa ‘’Yingo’’ donde se pueden ver exponentes del movimiento, conocidos no sólo por salir en el programa, sino porque también participan animando fiestas para éstos mismos (Arenita, Kanezza, Hardcorito, Karol Dance)

Las mujeres pokemonas se destacan por usar poleras de puntos o rayas, pantalones pitillos, faldas muy cortas, zapatillas con caña, ojos delineados, pelo liso y muy despeinadas. En el caso de los hombres, los pantalones son anchos y bien abajo, mostrando los calzoncillos, pelo liso, con choco y patillas largas y lisas. Además, ambos llevan gran cantidad de piercings, pelos teñidos coloridamente, peinados parados y engelados y también, en algunos casos, de maquillaje, ya que muchos de éstos son homosexuales.

Ésta tribu no deja de lado el carrete, incluso lo hacen de día, así dura más y sus papás no les hacen problema para salir. Asisten a lugares como Luxor y Entreka, donde bailan al ritmo del reggeaton toda la tarde y de donde sacan también las pulseras fosforescentes que regalan en éstas; el que más tiene se gana el título del más carretero, top y ponceo, o sea, el más besador de la fiesta.

Usualmente se juntan en el Paradero 14 de la Florida, donde hay todo un mundo para ellos, tiendas de ropa, de accesorios y de piercings. Hace un tiempo, se reunían también en los alrededores de Costanera pero fueron expulsados por la Municipalidad de Providencia que prohibió que se juntaran en ése lugar por el motivo de que éstos iban a consumir bebidas alcohólicas a plena luz del día.

Los pokemones tienen su propio vocabulario, incluso un diccionario virtual en que todos pueden participar agregando palabras nuevas. Éste ya se ha masificado entre la mayoría de los jóvenes: poncear, que se refiere a besar a muchas personas en la misma fiesta, calmación para tranquilizar a alguien y altokemón, para decir altiro.

Socialmente, en su mayoría los pokemones provienen de un estrato social medio bajo. Ésta es la razón por la cual programas de reporteo televisivo se han inmiscuido en ésta tribu. Para entender y conocerlos, muchas veces se han hecho reportajes de contraste con otros movimientos como las pelolais que son básicamente parte de la clase abc1 o también con los britpop que se basan en una cultura británica.

El fotolog forma parte de la esencia pokemona. Es el sitio web donde exponen abiertamente su vida hacia a todos sin pudor alguno. Muestran su intimidad muchas veces con fotos en ropa interior o en poses sugerentes. Parte de esto también son los fotologs gold, en los cuales se pueden subir más de dos fotos al día y con capacidad de 200 comentarios cada una. Éstos sirven para hacer publicidad a fiestas pokemonas.

Aún así, ésta tribu tiene algo en común con las otras, son consumistas de igual manera. Todos éstos grupos necesitan de ropa, accesorios y lugares que frecuentar para identificarse dentro de su mismo mundo.

Sus padres están presentes y forman parte de la sociabilización de éstos jóvenes. Les compran la ropa, les ayudan a peinarse, los llevan a los programas; una forma de lograr ‘’éxito’’ y expresión en los medios, algo que ellos, en sus tiempos no pudieron vivir debido a las condiciones sociales de generaciones anteriores.

Sin duda alguna los pokemones son una tribu urbana llamativa que ha dado que hablar en el último tiempo, y que ha sabido manejar su popularidad en los medios, incrementando su espacio en éstos mismos.

Por la misma razón, espero señor lector que esto lo ayude a abrir su mente ya que el mundo está pasando rápidamente por diversos cambios culturales y sociales.
Con cierta frecuencia han ido apareciendo nuevas tribus urbanas, que si bien vemos en las calles a jóvenes vestidos de peculiar manera, no consideramos si pertenecen o no a aluna tribu urbana.
Por lo mismo, si ve a un muchacho con el pelo morado y peinado hacia el lado, no se espante, es un pokemón. Quién sabe si ésta tribu toca su puerta o lo viste como a uno de ellos. Desde ahora señor lector comprométase a abrir su mente.

La parada de la bola ocho


En Vicuña Mackenna con Vespucio está Bola Ocho. Un malabarista uruguayo que se instaló hace tres años en Chile porque su novia, una chilena, quedó embarazada.

Tiene un aspecto cansado, quizás de tanto subirse al monociclo en cada luz roja o porque el sol está pegando más que fuerte o también puede ser porque no está acostumbrado a trabajar a las dos de la tarde. Se ríe harto y al hacerlo, sus ojos se achinan. Así disimula cuando se le caen las clavas en su presentación del semáforo.

Bocho está monocicleando a las dos de la tarde porque en su casa no lo dejan tocar batería. Sus vecinas le van a tocar la puerta para que deje de ‘’tocar tarrería’’. Así, aprovecha de ganarse un dinero extra.

Cuando se trata de trabajo, el Bocho mueve cielo, mar y tierra. Muchas veces, trabaja en Pub Licity, como malabrista en un show artístico que se hace en el lugar, otras, participa en compañías de teatro que ofrecen espectáculos en Valparaíso. No deja el monociclo, ni la intersección Vespucio con Vicuña.

Le gusta Chile, pero no deja su tierra natal, Uruguay. Las ciudades de allá le parecen más lindas. Fue en su país donde estudió Ingeniería de Ejecución Electrónica, sacó su título y se vino a Chile, persiguiendo a su novia.

A ella la conoció en Brasil, mientras ambos estaban de viaje. Coquetearon desde el primer momento y así nació su relación. Ahora Bocho está acá por ella y por su hijo de cuatro años. Viven los tres en un departamento en La Florida, y él trabaja para pagar el arriendo.

En el semáforo puede ganar hasta quince mil pesos diarios, pero no le dice a la gente porque sabe que no le conviene. Sumando esto con lo que gana en trabajos extras como electricista en su barrio y en cuestiones artísticas, el dinero no se le hace difícil.

Mientras tira las clavas al cielo, observa si los conductores le prestan o no atención. Cuando se ponen tacaños miran para otro lado, sacan el celular, leen el diario o se meten el dedo a la oreja. Bocho ya conoce esas actitudes.

En las tardes, cuando no está en el semáforo, pasa la tarde con su hijo tocando batería porque a éste le gustan más los tarros que las pelotas de malabarismo que le regaló. ‘’Hace poco le regalé unas pelotas pero ahí las tiene, no está ni ahí’’

Bocho se mueve constantemente de lugar, viaja mucho y aprovecha también de ir seguido a visitar a su familia, la que le brinda un apoyo incondicional en sus decisiones y por lo mismo extraña tanto.
‘’Con tal de que yo haga lo que quiera, ellos están felices’’ Por lo mismo dejó a un lado su faceta ingeniera para dedicarse al arte callejero.

Bola Ocho le dicen en su familia desde chico, porque era gordito y negrito. Ahora, lo adoptó como su nombre artístico. Es su sello personal, por eso lo tiene en una expansión en la oreja derecha y en su monociclo. Aún así bola ocho resulta muy largo. La mayoría opta por Bocho.



Ponceador en cuasi ponceo


Acordé una cita con un ‘’amigo’’ pokemón que no veía hace tiempo. Cuando lo ví, me pareció que ya no era tan pokemón como antes; ya no usa patillas, ni se viste con los pantalones tan abajo. Según me dijo: la onda ya estaba muy trillada y se aburrió. Aún así, Manuel sigue animando fiestas pokemonas.
Manuel tiene muchas admiradoras del poke-mundo, y por lo mismo, su prontuario amoroso es totalmente largo y totalmente pokemón.

Nos juntamos temprano, en el metro Bellavista La Florida a las 13 hrs, porque él quería encontrarse con un amigo que siempre estaba por ahí a esa hora. Al rato lo encontramos, y me presentó entonces al Coookeee_to, su amigo pokemón ultra conocido en ésta tribu que por lo mismo estaba rodeado de chicas que lo miraban con deseosas caras de ponceo.

Me saludó y me miró con la misma cara que ellas a él, así que me sentí casi como una de ellas totalmente integrada. En unos minutos, Manuel se despidió de él, y nos fuimos a tomar un helado cerca del metro.

Galantemente, el Manu me invitó el helado más grande y caro del McDonal’s y nos sentamos a tomarlo en una mesa para conversar todo el rato de carretes. Me contaba cómo se le tiraban las minas cuando aparecía en los escenarios de Luxor, una discoteque que hace eventos para pokemones y funciona de día. Un poco egocéntrico de su parte, pensé.

Después empezó el tema de los fotologs y de lo bacán que era para él subir tres fotos al día y que llegaran a los 200 comentarios cada una. Y uno, que con suerte sube una foto a la semana y apenas alcanza los seis post.

Me dijo que podríamos ir a Luxor, ese mismo día. No tenía que trabajar y así podría estar conmigo, así que acepté. Llegamos allá y el lugar estaba repleto. Todos saludaban al Manu yo me sentía como la acompañante más top de todas.


La mayoría de las niñas eran teñidas rubias y con lentes de contacto verdes o azules, tenían los ojos muy bien delineados y todas usaban un pronunciado escote.
Agradecí haberme vestido como una de ellas, de lo contrario hubiera sido el bicho raro del lugar, y eso, en el poke-mundo es lo más out del mundo, algo así como chancho en misa.

Mientras bailábamos, el Manu dijo que me quería enseñar a poncear. Y yo, entre sí y que no, evitaba responderle, mientras que a nuestro alrededor llovían los besos y los bailes reggetoneros subidos de tono. Así se nos pasó toda la tarde, bailando y sudando al compás de Wisin y Yandel, el dúo reggetonero que arrasa con sus hits.

Ya era tarde, Luxor quedaba vacía y había que irse. Con el Manu nos fuimos a comer unos completos cerca de la disco, para recuperar la energía que perdimos entre tantos movimientos pélvicos. Mientras comíamos, yo meditaba que quizás el Manu ya no parecía un pokemón, pero después de tanta popularidad, tanto reggeton y ponceo, sí que lo era. Partimos al metro y calabaza calabaza, cada uno para su casa.

lunes, 13 de octubre de 2008

Choco Hombre en el 14

De lunes a sábado Don Carlos está en la escalera de salida del metro Bellavista La Florida, vendiendo Shane Nuss a cien pesos. Los domingos no trabaja porque según dice la Biblia, los domingos son para descansar.

Llega a las diez de la mañana y se queda hasta las nueve. Durante toda el día sólo como un pan con jamón y una Coca-Cola de tres litros que sagradamente compra todos los días. No puede dejar de tomarla, sabe que es dañina para su salud debido a la cantidad de cafeína que contiene, la diabetes, y a los kilos demás que se expone; de todas maneras, para él es como un vicio, imposible dejar de tomar.

Don Carlos ya conoce los rostros habituales del lugar ‘’hacen siempre el mismo recorrido’’ dice. El saluda y éstos a su vez le compran. Quizás, ésta es una de sus tácticas para vender más.

Dice también conocer a quienes machetean y roban en el sector para conseguir pasta base, la cual se quema a pleno día en la otra salida del metro. Le apena ver cómo, en su mayoría jóvenes, caen en el vicio, una enfermedad que según dice, puede hasta matarte.
Sus palabras son tan seguras, que es como si lo dijera por experiencia propia, ¿quién sabe más de la pasta sino está o estuvo en ella? Aún así, él no lo dice.

Carlos Peña está casado hace veinticinco años, tiene dos hijos y un nieto que adora hace dos años. Vendiendo chocolates gana quinientos pesos por caja y vende unas veinte por día; aproximadamente unos cuatrocientos chocolates diarios. Así es como le hace la guerra a la cesantía, su esposa no trabaja y él es el sustento del hogar.

Hace un tiempo, trabajaba en la construcción, pero debido a un reajuste de personal, la constructora decidió despedirlo. El reajuste se debe a que en los últimos años la comuna de La Florida ha tenido una intensa oferta de nuevas edificaciones, pero la demanda no ha sido la esperada.

Don Carlos es honesto. La gente le compra y él le pide contar el vuelto, puede haberse equivocado y dejar pasar alguna moneda quizás.
Don Carlos se aburre de pasar tantas horas sentado en el mismo lugar, por eso es que prefiere caminar que tomar el metro para llegar a su casa.

La Coca-Cola le quita el hambre, así evita comerse los tentadores chocolates que tiene a su lado. De todas maneras, todos los días su esposa lo espera en con el plato de la comida que se perdió al almuerzo. Sabe que se alimenta mal y que su sistema está desordenado, pero la bebida no la deja ni por nada.

No le gusta la política, dice que es cochina. Para él, los políticos son todos iguales, sólo un negocio. Igual así, no habla sobre el tema, lo pone de mal humor y por lo mismo prefiere evitarlo.

Carlos cree en Dios, dice ser católico a su manera, porque no va a misa como se debiera, pero de todas maneras cree en alguien que lo guía, protege y no lo abandona, sino, dice que ya estaría muerto.
Igual así, lee la Biblia y trata de seguirla en lo que puede, como por ejemplo no trabajar los domingos. Sus padres y abuelos lo hacían, y él, casi por costumbre, así lo ha hecho siempre también.

Don Carlos ya se conoce el paradero 14 al revés y al derecho. Sabe lo peligroso que es de noche y a lo que se expone caminando solo hacia su casa. Sin embargo, Carlos camina tranquilo y sin miedo por la calle.

En dos ocasiones ha visto cómo los macheteros del lugar le roban a gente mayor, que viene saliendo del metro. En una oportunidad se metió en el forcejeo de la cartera de una señora, y le resultó. Don Carlos fue el súper héroe en ésa ocasión, pero sabe el peligro que corrió. En esa ocasión fue amenazado con una cuchilla y a punto a ser apuñalado. Por suerte, don Carlos tiene el don de la palabra, eso lo ayudó para que el ladrón soltara la cartera y la cuchilla.

Es feliz, y lo dice con seguridad. No lo importa el dinero, para él es algo pasajero, que se tiene en las manos y así mismo como llega también se va. Para él lo más importante es la familia y la educación, ya que con ésta puedes tenerlo todo.

Don Carlos tiene unos inmensos ojos pardos que reflejan su estado cansado y lo sincero de sus palabras. Su piel es morena con algunas arrugas que comienzas a asomarse. Mientras habla, gesticula mucho con las manos y mueve la cabeza siempre para asentar en algo.

Aunque de lejos parece serio y tímido, no lo es. Le gusta la conversación, de un tema pasa al otro y basta decirle una sola palabra para que no pare más. Muchas veces se ha quedado conversando con quienes le compran chocolates, una manera de entretenerse en la espera de que lleguen las nueve de la noche.

Se define como un hombre honesto, sencillo y tranquilo. Un hombre moderno que deja atrás el antiguo pensamiento machista y de vez en cuando atiende a su esposa, le lleva el desayuno a la cama, le pone el guatero en los pies cuando hace frío, y a veces, cuando la plata alcanza, la sorprende con flores.

Así mismo dice que ha enseñado a sus hijos, porque la mujer es quién da la vida y por lo mismo hay que cuidarla. Para él, la mujer es vida.

Sea con quién sea, Don Carlos se comporta respetuoso y amable con las personas, más aún si han sabido regalarle un poco de tiempo para escucharlo.