martes, 14 de octubre de 2008

Ponceador en cuasi ponceo


Acordé una cita con un ‘’amigo’’ pokemón que no veía hace tiempo. Cuando lo ví, me pareció que ya no era tan pokemón como antes; ya no usa patillas, ni se viste con los pantalones tan abajo. Según me dijo: la onda ya estaba muy trillada y se aburrió. Aún así, Manuel sigue animando fiestas pokemonas.
Manuel tiene muchas admiradoras del poke-mundo, y por lo mismo, su prontuario amoroso es totalmente largo y totalmente pokemón.

Nos juntamos temprano, en el metro Bellavista La Florida a las 13 hrs, porque él quería encontrarse con un amigo que siempre estaba por ahí a esa hora. Al rato lo encontramos, y me presentó entonces al Coookeee_to, su amigo pokemón ultra conocido en ésta tribu que por lo mismo estaba rodeado de chicas que lo miraban con deseosas caras de ponceo.

Me saludó y me miró con la misma cara que ellas a él, así que me sentí casi como una de ellas totalmente integrada. En unos minutos, Manuel se despidió de él, y nos fuimos a tomar un helado cerca del metro.

Galantemente, el Manu me invitó el helado más grande y caro del McDonal’s y nos sentamos a tomarlo en una mesa para conversar todo el rato de carretes. Me contaba cómo se le tiraban las minas cuando aparecía en los escenarios de Luxor, una discoteque que hace eventos para pokemones y funciona de día. Un poco egocéntrico de su parte, pensé.

Después empezó el tema de los fotologs y de lo bacán que era para él subir tres fotos al día y que llegaran a los 200 comentarios cada una. Y uno, que con suerte sube una foto a la semana y apenas alcanza los seis post.

Me dijo que podríamos ir a Luxor, ese mismo día. No tenía que trabajar y así podría estar conmigo, así que acepté. Llegamos allá y el lugar estaba repleto. Todos saludaban al Manu yo me sentía como la acompañante más top de todas.


La mayoría de las niñas eran teñidas rubias y con lentes de contacto verdes o azules, tenían los ojos muy bien delineados y todas usaban un pronunciado escote.
Agradecí haberme vestido como una de ellas, de lo contrario hubiera sido el bicho raro del lugar, y eso, en el poke-mundo es lo más out del mundo, algo así como chancho en misa.

Mientras bailábamos, el Manu dijo que me quería enseñar a poncear. Y yo, entre sí y que no, evitaba responderle, mientras que a nuestro alrededor llovían los besos y los bailes reggetoneros subidos de tono. Así se nos pasó toda la tarde, bailando y sudando al compás de Wisin y Yandel, el dúo reggetonero que arrasa con sus hits.

Ya era tarde, Luxor quedaba vacía y había que irse. Con el Manu nos fuimos a comer unos completos cerca de la disco, para recuperar la energía que perdimos entre tantos movimientos pélvicos. Mientras comíamos, yo meditaba que quizás el Manu ya no parecía un pokemón, pero después de tanta popularidad, tanto reggeton y ponceo, sí que lo era. Partimos al metro y calabaza calabaza, cada uno para su casa.

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